Peliculas, santos... reflexiones

¡Estas son las tareas que a mi me gustan! Las ventajas de estar terminando una carrera como Ingeniería de Mercados, es que el suplicio de las materias básicas tiene su límite y luego todo es belleza y profundidad en la carrera (¡Ojo! No es que a mi me valgan hongo los numeritos; sorry por los que sé que se mueren por ellos, pero yo soy más creativa que lógica xD). Este semestre ha sido perfecto desde donde se mire. El 80% de las tareas y trabajos (en las únicas dos materias que me importan, de cuatro que estoy viendo ¬¬) han sido ensayos, cuentos, escritos, relatos, reflexiones, análisis y cositas así... So wonderful world!!!

Esta vez, vimos una película llamada "Saint Ralph" y pues no me voy a poner a dar spoilers aquí, pero es una peli maravillosa que le recomiendo a todos los que les gusta el buen cine y que no sólo disfrutan de embrutecerse con Scary Movie (jaja, conste que yo veo Scary Movie, pero hay que variar ¡Por favor!). Esta es la tarea que entregué anoche: una reflexión sobre mi vida y sobre la película.

Desde que tengo uso de razón, he sido una convencida de que somos hacedores naturales de milagros. Cada vez que sonreímos, cada palabra sincera que decimos, todos los momentos en los que le demostramos a la gente que amamos, lo mucho que nos importan, es un milagro. Cuando nos encontramos con personajes como Ralph en nuestras vidas, la urgencia de indagar en sus pensamientos nos lleva a reconocer que hay demasiadas cosas en común entre él yo nosotros; pero, mientras la película sigue su curso, nos damos cuenta de que no son sólo cosas en común... su vida es un espejo total.

Si hay algo por lo que me he caracterizado en estos veintidós años, es precisamente por ser una especie de “bicho raro”. Está bien, sueño demasiado quizás, algo no funciona muy bien en mi cerebro, pero mis pensamientos idealistas y la utopía inherente en cada uno de mis actos, me han llevado a no renunciar a mi fantasías, tan fácil como lo harían otras personas. No me considero una persona obstinada ni caprichosa, yo prefiero decir que soy perseverante y tenaz, pero siempre llego a la conclusión de que no hay nada en este mundo más grave que la indiferencia y el conformismo. Puede que no sea muy popular o parte de algún grupo en especial, lo que pasa es que soy demasiado honesta en mis apreciaciones y usualmente estoy viendo las cosas desde muchos otros ángulos que incluso, pueden no existir en un plano real. Yo simplemente dejo que mi imaginación vuele y llegue donde tenga que llegar, y eso es algo que definitivamente nace con cada quien. El entrenamiento de Ralph para la Maratón de Boston se asemeja mucho a mi historia en el mundo de la literatura, porque conseguir que la gente me creyera y me hiciera caso y que, sobre todo, no me vieran con ojos de lástima por soñar demasiado, o como una arrogante hormiga que se enfrenta a un mundo tedioso y lleno de parámetros donde se siguen las mismas líneas y todos aceptan las vida como llega, es una hazaña. La lucha interna de este niño por no perder la fe y la confianza, por no dejarse abatir ante la posibilidad de que su madre jamás despertara, el deseo de ser él quien la ayude a lograr ese milagro, denota por encima de cualquier cosa, una gran fuerza de espíritu, y sobre todo, un alto grado de inteligencia emocional. Esa concepción se acerca mucho a lo que yo creo de mi misma, pero es complicado que la gente vea estas actitudes como “normales” en un mundo que, a pesar de ser cambiante, se sigue ciñendo a los cánones de comportamiento que, nadie sabe quién se inventó, pero a los cuales no se les puede faltar o contradecir porque existe el dichoso “status quo”. El hecho de que no me hubiera echado a morir o no me hubiera cortado las venas hace unos meses, cuando terminé con una relación de casi tres años, no significa que no hubiera amor o que yo sea una insensible desalmada; que proclame a los cuatro vientos que se puede amar a mucha gente de muchas formas, sin necesidad de involucrar un plan físico o sentimental de pareja, no indica tampoco que yo sea inestable emocionalmente, que jamás me haya enamorado o que tenga dudas sobre mi sexualidad. Sin embargo, yo no trato de imponerle a nadie mi forma de pensar, así como detesto que traten de imponérmela a mí, pero por encima de todo, no soporto que pretendan cortar mis alas y coactar mi imaginación.

A veces el mundo se pone gris y la actitud positiva e idealista que podamos tener, se puede convertir en un cúmulo de golpes, al tratar de mantener la cordura y pretender que tenemos todo bajo control, cuando parece no haber salida ni luz al final del túnel, como le pasó a Ralph cuando dimensionó el estado de su mamá y se sumió en una profunda depresión al llegar la navidad. La semana pasada por ejemplo, estuve a punto de dejarme llevar por la inconciencia de mis propias contradicciones. Siempre luchando por creer firmemente en mis convicciones y haciendo fuerte mi corazón a la voz de la dignidad femenina y la libertad de expresión, y de un momento a otro me había convertido en un patético ser, lleno de penas, de posiciones negativas, pensamientos trascendentales y sobre todo, una reina del la autoflagelación. Por unos días pensé que sucumbiría ante la impotencia de no poder controlar mi entorno y sobre todo, la indiferencia de algunos cuantos y sus actitudes de hielo me congelarían las entrañas. Pero gracias a Dios sigue habiendo un lado de mi cerebro que no se deja desconectar de la realidad que yo misma construí y de la cual me siento orgullosa. Las cosas a veces pueden doler y el dolor es bueno, hay que vivirlo y es necesario, pero sufrir es otro cuento y no lo considero entre mis opciones, porque el que sufre es porque elige sufrir y vivir en la pena. No se trata precisamente de disfrutar y conformarse con la soledad, se trata de verla como un aspecto más que, cuando pesa demasiado, es porque no estamos encontrando en nosotros mismos algo que creemos poder hallar en los demás y suplirlo con la presencia de otro, no importa si bueno o malo, pero lo único que logramos es nutrir nuestra inseguridad. El equilibrio está en lograr un complemento, algo o alguien que aporte cosas positivas, sin relaciones de pertenencia o peor aún, de dependencia. Pero esto no indica precisamente llegar a faltas de respeto o que yo esté de acuerdo con las infidelidades, las traiciones o las relaciones completamente abiertas, donde el compromiso es mínimo y los sentimientos se juegan en una ruleta de dados insensatos, donde acaban siendo propiedad del mejor postor. El problema es que para llegar a estos niveles de entendimiento se necesita demasiado conocimiento de sí mismo y comprender de alguna forma la naturaleza humana, cosa por la cual no nos esforzamos y vemos muy compleja para prestarle atención. Buscar la aprobación de otros, rechazándonos a nosotros mismos y tener la urgencia de que alguien más esté de acuerdo con lo que hacemos y decimos, es un error en el que no nos podemos permitir caer si esperamos algún día lograr cierto nivel de crecimiento y pretendemos acercarnos a la ataraxia.

Cuando empecé a escribir “La Mujer del Vampiro, veía muy lejano el día en el que alguien más pudiera estar leyendo esa historia. Es más, me parecía imposible que de forma independiente una persona tan “normal” (para no decir desconocida, sin influencias, sin papá empresario y de hecho, muy poco popular), pudiera lograr que un libro suyo, algo salido totalmente de su imaginación, pudiera causar tantas emociones y tan pronta aceptación, incluso cuando ni siquiera estaba impreso y era una simple tarjetita con la promesa de que la historia un día vería la luz. La experiencia de mi propio entrenamiento para la maratón, con todos los baches que hay que superar, con la negativa de aquellos que sí me vieron con cada de pobrecita, con esa convicción de desechar todo y renunciar, a tan sólo una semana de enviar el material a impresión, ha sido recompensada con creces en este año en el que, aunque no me hice más popular y sigo sin pertenecer a ningún grupo, le cambié la vida a mucha gente y sus ideas sobre lo que parece imposible y lo que de verdad lo es. Lo imposible existe para los que se duermen en sus lamentos, se ciñen al conformismo, temen romper las reglas, son faltos de espíritu y débiles de corazón.

Comentarios

Felipe_I dijo…
Yo me ví Bambi y lloré muchoooo, no mentiras... buen post... y si, esas tareas con las que nos gustan!!!!

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